miércoles, 8 de marzo de 2017

Nadie es superior a nadie

Hay un titular de un periódico vasco que me ha llamado la atención: “Más igualdad, aún desiguales”. Realmente considero que es un buen titular para describir la realidad del País Vasco y España y probablemente, la de otros muchos países a nivel mundial.
Clara Campoamor. Fotografía de Wikipedia.


Ha pasado mucho tiempo desde la Segunda República Española en la que personas como Clara Campoamor Rodríguez lucharan por la igualdad. A ella le debemos por ejemplo, la instauración del sufragio universal. Y sabemos que en nuestro planeta hay muchas mujeres a las que debemos mucho pero no que se les ha reconocido su labor tanto como a los hombres. Afortunadamente vamos avanzado hacia la igualdad y vemos que las mujeres de las generaciones más jóvenes trabajan “fuera de casa”. Las instituciones también han comenzado a trabajar en ello. Por ejemplo, la ley vasca de la igualdad ya tiene 12 años.

Sin embargo, como cada balance de cada 8 de marzo, sabemos que sigue faltando mucho por hacer. Las mujeres “han salido”, se han incorporado al mundo laboral, pero los hombres “no han entrado” en casa. Asimismo, todavía no existe una conciliación laboral igualitaria en lo que a la maternidad/paternidad se refiere.

Sabemos que queda mucho por hacer porque las mujeres ganan un 20% menos ante el mismo puesto de trabajo y  porque sólo una mínima parte se encuentra en los puestos de mayor relevancia de una empresa o institución.

En febrero, el instituto Vasco de la Mujer Emakunde y la Asociación de Profesionales y Empresarias de Gipuzkoa  Aspegi, se hacían eco de datos como el que en las 50 universidades públicas de España, sólo 3 tienen a una rectora. Cruz Roja hablaba de que sólo el 21 % de personas en puestos directivos o de gerencia son mujeres. Según un informe del sindicato de Comisiones Obreras, la ganancia media anual de las mujeres es de 19.744 frente a los 25.727 de los hombres, por lo que las mujeres deberían trabajar 109 días más al año para cobrar lo mismo.

Estos son algunos de los escalofriantes datos e informes que se pueden encontrar. Es por ello que aunque parezca que haya más igualdad, no la hay. Hasta que no se inculque en la igualdad a los más pequeños en la familia y en las aulas todos los esfuerzos serán en vano. Todas las personas tendrían que convivir y crecer condicionadas en la realidad de que nadie es superior en esta vida.


La buena noticia es que gracias a instituciones, asociaciones y organizaciones como Emakunde o Aspegi, cada vez hay una mayor conciencia que pasa de generación en generación. También es notorio el aumento de programas de sensibilización. Además, contamos con los ejemplos de conciliación que los países nórdicos llevan a cabo. Esperemos ir yendo por el buen camino para que no tenga que haber más personas luchando por la igualdad o mujeres buscando visibilizar su actividad. Y por supuesto, para no tener que volver a celebrar nunca más el día de la mujer trabajadora. 

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